jueves, 29 de abril de 2010

Reino d'Epiro: Primera Parte


El mundo de los Balcanes sigue siendo, para los europeos occidentales en general y para los españoles en particular, un mundo desconocido. A excepción de Grecia, las pocas noticias que alguien de la calle podría darnos sobre esa zona serían sobre la devastadora guerra y sus terribles consecuencias que asoló a muchas de sus naciones tras la caída de los regímenes comunistas totalitarios.


Otro hecho ignorado son las Casas Reales, un día Soberanas de hecho, que reinaron en aquella zona. En nuestro país conocemos sobradamente, la Casa Real Griega o la Casa Real Búlgara, ya que el Rey Simeón tuvo su residencia en Madrid, como de todos es sabido, hasta su regreso a su país tras ser elegido Primer Ministro del mismo, caso único en la historia de las Monarquías europeas, y que sólo sería comparable al del Archiduque Otto de Habsburgo (que es Caballero de Yuste, como bien saben los lectores) al ser elegido miembro del Parlamento Europeo. Los hijos de Simeón de Bulgaria y Margarita Gómez-Acebo, llenan las páginas del colorín, pero no serán muchos los que recuerden al Rey Leka de Albania, que tuvo su residencia en España hasta que se trasladó a Sudáfrica.


Sin embargo, la relación de Casas Sobreranas balcánicas es extensa (superando la veintena) y para muchos sonarán exóticas, cuando no desconocidas: Croacia, Daviskos, Montenegro, Moldavia, Iliria, Dardania, Rumelia, Macedonia, Ragusa, Transilvania, Mani, Voivodina... los nombres de cuyas dinastías, un día reinantes, son impronunciables para nuestra lengua. A ellas se deben añadir familias italianas descendientes de los emperadores de Bizancio, que conservan aún el rango de Casas Soberanas y cuyos miembros ostentan tratamiento de Alteza Imperial, como puede ser el caso de los Príncipes Amoroso d’Aragona, Láscaris Comneno, o Lavarello Obrenovich. En cualquier caso, el fenómeno del neobizantinismo es algo recurrente en las Casas Soberanas Balcánicas.

Hoy nos fijaremos en una región, que –como muchas de las anteriormente citadas- no es ya ni siquiera un estado, el antiguo Reino de Epiro, cuyo territorio se dividen, actualmente, Albania y Grecia. En la antigüedad era una región poblada por diversas tribus griegas, que no poseían una unidad política definida, como, por otra parte, era habitual en la Grecia Clásica. Sus límites eran: Al norte con Iliria y Macedonia, al sur con el golfo de Ambracia y Etolia, al este con Tesalia y al oeste con el mar Jónico, el sector central y septentrional del Epiro durante la antigüedad clásica constituía la región llamada Molosia. La Cordillera de Pindo separa esta región de Tesalia.


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